Cousteau, Alberto I y los océanos

Corría el año 84, cada miércoles, sin falta, saliendo al mediodía del colegio, pasaba por casa a por cien pesetas – aquel billete marrón con la cara de Manuel de Falla – y corría para no encontrarme el kiosco cerrado. Así semana a semana fui coleccionando los fascículos de la Enciclopedia del Mar. Como tantos niños de los 80 crecí viendo los reportajes de Cousteau, soñando con contemplar ballenas, navegar los océanos y sumergirme en minisubmarinos amarillos, porque los minisubmarinos de Cousteau eran amarillos…

Ver aquellos reportajes era una reivindicación de Julio Verne, Tintin y Greenpeace a la vez. Los experimentos, los retos, la exploración de la última frontera como decía Cousteau, que el hombre sabía más de la Luna que del Mar, que el género humano actuaba como una plaga o que solo el Mar podía salvar a la humanidad… ésas ideas me influyeron desde la infancia y me siguen haciendo soñar con otros mundos posibles dentro de este… tanto es así que la Meca de aquella niña siempre fue el Museo Oceanográfico de Mónaco, la base de operaciones de Cousteau del que fue su director desde 1957 hasta 1988, el lugar donde atracaba el Calypso. Lamentablemente ése lugar estaba rodeado de un paraíso fiscal al que me costaba ir… me dan miedo los pijos muy pijos… hasta la semana pasada, hay que vencer los miedos!

Finalmente la semana pasada fui a ver el Oceanográfico de Mónaco y me encontré con lo mejor del Positivismo del S.XIX. Aquellas ideas de conocimiento y ciencia como motor del progreso social, el enciclopedismo, la colección y museización para ilustrar a la población. La cara amable de aquella época… porque Alberto I de Mónaco era noble pero un hombre de ciencia también y se hacía perdonar lo primero apostando ingentes cantidades de dinero en la exploración oceanográfica: barcos, edificio, material científico, hombres y mujeres de ciencia.

Si os animáis a ir encontraréis un edificio imponente, casi desafiante, sobre un acantilado muy expuesto al Mediterráneo. La primera parte de la visita discurre por una serie de acuarios con especies de los principales hábitats submarinos susceptibles de sobrevivir en una pecera. Ésta es la parte donde podéis llegar a agobiaros si hay mucha gente, hasta niños histéricos ante la pecera donde había nacido una puesta de «nemos» vi yo. La segunda parte, la del museo de principios de S.XX, es la que yo disfruté como la niña que iba cada semana a buscar el fascículo de la enciclopedia Cousteau.

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  • Info:

Tarifas: http://oceano.mc/mailings/TarifsMusee.html

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